Esta fue una de las variadas respuestas que los estudiantes de una de las escuelas de reinserción escolar de fundación Súmate dieron en el marco del Global Teacher Prize Chile, reconocimiento al cual postula una de sus profesoras.
Por Ester Gómez Lizana
Quizás una de las razones por las que todos soñamos alguna vez con tener en nuestro colegio a alguien como John Keating, el revolucionario profesor de la película “La Sociedad de los Poetas Muertos”, fue por el entusiasmo, el optimismo que transmitía, el hecho que animaba a sus alumnos a ser librepensadores, a vivir la vida con pasión, a ser inconformistas, a perseguir lo imposible, a ir más allá…
Cualidades que hasta el día de hoy valoramos y siguen valorando nuevas generaciones como la del Colegio Padre Alvaro Lavin de Súmate, fundación del Hogar de Cristo, que al ser consultados -a propósito de la nominación de una de sus profesoras al Global Teacher Prize Chile- sobre cómo debía ser o qué debía tener un buen profesor, concordaron con algunas de estas características.
“Un profesor ideal debe tener bastante conocimiento, ser seco en su materia, y sus clases, entretenidas”. A lo que agrega, Kevin Berrios (16), algo más reflexivo: “Debe ser preocupado por sus alumnos, alentarnos cada día a salir adelante a pesar de lo que el resto o la propia familia diga”.
Para María Fernanda (18) la profesora Paula Johnson es un claro ejemplo de lo anterior. Y no es la única que opina así, pues Alondra Sánchez (13) comenta que se le puede preguntar hasta 30 mil veces y las treinta mil te responde. Maximiliano Cataldo (12), por su parte, añade:” Ayuda a aprender. Sus clases son sencillas, entretenidas y motivadoras. Con ella dan ganas de seguir estudiando”.
Pero ¿quién es esta profesora?, ¿qué tiene de especial? Que congrega tantos adeptos en aquellos alumnos que por distintas circunstancias han sido expulsados del sistema educacional tradicional, vienen de malas experiencias, y hoy de apoco, comienzan a retomar su confianza.
Hace 4 años que Paula Johnson (34) es docente en la escuela de reingreso Padre Álvaro Lavín de Maipú. En sus ojos, además de la alegría que le causa su trabajo, se puede apreciar cuánto le emocionan sus alumnos y el amor que siente por ellos. “Me emociona hablar de mis niños…”, dice y se quiebra. “Porque ellos vienen dañados, los escuchas hablar y vienen con mucha pena. Inmediatamente, se frustran; entonces, la idea es que vuelvan a reencantarse. Por eso, les digo a cada rato, que sí pueden”.
Cuando le pedimos que nos hable de su propio profesor o profesora entrañable, recuerda a Susana, que la educó entre primero y sexto básico. “Era estricta y cercana, sabías que podías contar con ella”. Y luego comenta qué la motiva a ella como docente: “El amor, eso es lo que me mueve. Hay muchos de mis alumnos que no duermen, no comen bien, ¿cómo van a aprender si les hace falta lo principal? Por lo menos, acá en Súmate, nosotros nos preocupamos más del niño, y con eso, gracias a Dios, van llegando los buenos resultados. Estos niños son maravillosos, participativos, buenos compañeros, empáticos, ordenados. Cualquier profesor podría pararse acá y hacer una clase. A estas escuelas de reinserción escolar hay que darse el tiempo de conocerlas, porque sus alumnos son muy estigmatizados. Y es muy injusto juzgarlos desde el prejuicio, sin verlos, sin escucharlos. Yo los invito a eso, a conocerlos. Aunque cuesta que se muestren, porque lo primero que hacen es taparse sus caritas, eso se logra con cariño, empatía y confianza”.