Los once integrantes del elenco -alumnos y profesores de Fundación Súmate del Hogar de Cristo, voluntarios y estudiantes del Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle- cantaron, bailaron y entregaron un mensaje de paz. Con trece canciones y un texto adaptado buscaron transmitir que los excluidos del sistema escolar no son invisibles y que los grandes cambios sociales son posibles sin violencia.
Por Jacqueline Otey A.
Risas, carreras, voces buscando afinación y mucho nervio del bueno, ese que aparece minutos antes de salir a escena e impulsa a dejar el alma sobre el escenario, fueron los elementos de la previa tras bambalinas del estreno del musical Hair, presentado por un elenco variopinto ligado a Fundación Súmate y a la causa de la inclusión educativa. Después de una hora de actuación, el esfuerzo se tradujo en aplausos, abrazos y lágrimas de emoción.
Los 11 integrantes de la obra dieron vida a esta obra que tuvo dos funciones el sábado 11 de enero. El elenco está compuesto por alumnos y profesores de Fundación Súmate del Hogar de Cristo, así como de voluntarios y estudiantes del Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, donde se realizó la actividad, y contó con la dirección de la profesora de música, Lucía Rojas. Además de la participación de músicos, sonidistas y profesores que ayudaron en la escenografía y la logística.
El estreno del famoso musical inspirado en el hipismo de fines de los años 60, fue un desafío y un sueño cumplido para Fundación Súmate.
Liliana Cortés, directora de la entidad recuerda que el proyecto comenzó en abril de 2019, pero, debido a diferentes situaciones y al estallido social, su estreno se postergó.
“El objetivo era que nuestros jóvenes se pudieran expresar, desarrollar sus talentos y probarse en escenas distintas. Fue una tarea titánica sacar adelante el proyecto, pero hoy al ver los resultados sólo nos queda decir que valió la pena, ya que es una obra de muy buena calidad. Más allá de la experiencia de los chiquillos y del tema, la obra habla del talento y de la integración real. En el elenco había alumnos y profesores de la fundación, universitarios, jóvenes del colegio San Ignacio. Esto fue la unión de la pasión, la música, el arte y la cultura”, dice.
Con emoción, explica que los jóvenes necesitan formas de expresión que no son las tradicionales. “Quizás ellos no sean capaces de escribir un ensayo de dos páginas, pero pueden expresar todo su ser en canciones. Creo que en la fundación tenemos que brindar esas oportunidades. Elegimos la obra Hair en marzo de 2019 sin saber lo que venía, sin embargo, es importante que los jóvenes sepan que estos son ciclos históricos, que los cambios son posibles en la medida que sean bien llevados y que podemos construir una realidad distinta”.
Liliana menciona que para hacer el musical necesitaban trabajar con una persona que tuviera experiencia en obras escolares y, por eso, contactaron a Lucía Rojas (43), profesora de música, para quien fue un tremendo desafío dirigir Hair. “En el grupo hay muchas fortalezas, pero también debilidades y parte de ellas pasaban por el compromiso de ser sistemáticos. Hubo tensión por la problemática que se vive en Súmate con los jóvenes y los procesos en los que se comprometen. Pero por otro lado existía un componente afectivo importante. Pude ver cómo poco a poco comenzaron a esforzarse y a sacar lo mejor de ellos”.
Antes de la presentación, la directora llamó al elenco para decirles que confiaba en su talento y los invitó a pronunciar las palabras que todo artista dice antes de cada función: “mierda, mierda”. Y tras bambalinas mencionó: “Se hizo un muy bonito trabajo. Hace casi tres meses, cuando fue el estallido social era impensado llegar a este resultado, por eso es tan emocionante ver cómo los chiquillos lograron comprometerse y se atrevieron a pararse en las tablas. No todo el mundo lo hace y hoy lograron un trabajo realmente impresionante y eso me tiene muy emocionada”.
La obra Hair original dura dos horas y media y tiene 32 canciones. Se trata de una temática muy compleja, con escenas para mayores de 18 años y por eso se adaptó el texto. “Los hippies hablaban de amor libre y drogas. Nosotros hicimos un cambio del mensaje en pro de la inclusión. Dejemos de ser invisibles, mírennos, existimos, nos gustan otras cosas, vivimos la vida diferente, pero no por eso somos menos. Además de entregar un mensaje claro de paz y no de guerra´”.
Sobre el escenario
Durante el musical, a un costado del escenario destacó la figura de Nicolás Espinoza (38) y sus músicos. Él es profesor de los talleres de música de las escuelas de Fundación Súmate y asegura que dentro de la nueva educación la música es fundamental en la motivación e inspiración de los jóvenes. “Cuando me presentaron la idea del musical me pareció maravilloso, porque desde el 2014 que vengo trabajando con las bandas y, en algún momento, sentí que necesitábamos hacer algo distinto y, efectivamente, poder unir el teatro con la música funcionó de forma maravillosa”.
Parte de su equipo de músicos, lo integra Camilo Sierra (21), ex alumno del Colegio Álvaro Lavín y un apasionado de la música. Es baterista y aunque sacar adelante el proyecto implicó mucho trabajo, afirma que todo se hizo en un ambiente acogedor. “Fue un agrado trabajar como músico en la obra”.
Otro músico que apoyó la obra fue Pablo Ubiergo (27), tecladista, hijo del conocido cantautor que ganó el Festival de Viña del Mar en 1978. Pablo dice: “Desde hace tiempo tengo conexión con Súmate, conozco la labor que hace y por eso cuando me invitaron me pareció una excelente propuesta. Fue un musical de una complejidad muy alta, pero salimos adelante. Hoy existe mucha conexión y confianza con el elenco”.
Priscilla Carreño (20), es estudiante del Colegio Betania de Fundación Súmate y una de las artistas del musical. En medio del ensayo y mientras la maquillaban, nos contó que se atrevió a ser parte de la obra porque le pareció atractivo probar sus habilidades artísticas. “A menudo no me relaciono mucho con otras personas y esto fue una gran oportunidad. Hoy siento mucha emoción y felicidad porque mi mamá y mi papá vinieron a verme. Ellos me motivaron a participar”.
En el caso de Luis Sandoval (18), estudiante de la escuela Padre Hurtado de Renca, el interés por ser parte del elenco fue inmediato. Apenas se enteró del musical quiso unirse, ya que le gusta cantar. “Fue una experiencia positiva, especialmente porque me ayudó a superar mi miedo a expresarme en público. Me encantó ser parte de Hair”, dijo mientras iba a saludar a sus tíos y hermanos que fueron a verlo a la obra.
Por su parte, Jonathan Oliva (39) es profesor de ciencias naturales y físicas del Colegio Betania y también parte de la obra Hair. Con entusiasmo afirma que participar del musical fue un gran desafío. “En un principio acepté la invitación porque me encanta cantar, después tuve que bailar y actuar, y eso no fue fácil. Como profesor también tenía la responsabilidad de apoyar a los alumnos, de creer en ellos, apoyarlos, ayudarlos a que fueran constantes y no decayeran. Creo que el gran aporte de este musical fue que nos enseñó a todos que podemos hacer cosas de alto nivel y que tenemos habilidades y talentos que nosotros mismos desconocemos”.
Fotografías: Agencia Blackout
Súmate para transformar la realidad de 222.000 niños y adolescentes que están fuera del sistema escolar