Mientras corre cada día distribuyendo las cajas del plan “Alimentos para Chile” que el gobierno implementó por la pandemia, la alcaldesa de Peñalolén ve con preocupación el futuro: el aumento de la cesantía y de la pobreza, pero sobre todo el abandono escolar que se viene, que por lo general conduce a niños y jóvenes por el camino de la desesperanza y la delincuencia.
Por María Teresa Villafrade
No son tiempos fáciles para la edil de la comuna de Peñalolén. Desde el anuncio del gobierno del plan “Alimentos para Chile” consistente en 2,5 millones de canastas con alimentos de primera necesidad para ayudar a las familias más desposeídas, debe destinar gran parte de su jornada diaria a esta tarea, interpelada por la urgencia de quienes más las necesitan.
Cada mañana ella y su equipo van al Estadio Nacional a recoger las cajas cuyo número varía diariamente por lo que en su activo twitter siempre pide paciencia y comprensión a los habitantes de La Faena, Lo Hermida, San Luis y otros sectores identificados como altamente vulnerables.
Peñalolén –que significa “reunión de hermanos” en mapudungún– es considerada un ejemplo de comuna integrada, ya que en ella conviven personas de todos los estratos económicos, a diferencia de otras que son muy segregadas. Esto gracias al fuerte desarrollo inmobiliario que experimentó a partir de la década del 90.
Desde el estallido social, Carolina Leitao está muy atenta a las señales de una sociedad desigual y trata de ir más allá en su significado. “El estallido social fue una manifestación de las inequidades e injusticias sociales que nos afectan, es un movimiento que se manifestó pacíficamente en las calles y que se traduce en la posibilidad de replantear nuestra carta fundamental en un proceso democrático y con una asamblea constituyente. Otra cosa es la violencia que, sin duda, afecta y no tiene justificación ni es una vía para resolver los problemas, y me refiero a todo tipo de violencia, desde la del saqueo y delitos, hasta la violencia institucional que llega a vulnerar los derechos humanos”.
-Roberto Méndez en una columna en La Tercera titulada “El miedo”, señala que el principal temor de alcaldesas como usted respecto al futuro son los jóvenes que no estudian ni trabajan, marginados, sin sueños ni proyectos de vida. ¿Es ese su gran miedo?
-Las crisis que hemos vivido han puesto en evidencia las brechas estructurales de nuestro sistema socioeconómico; es el sistema el que provoca la exclusión social. Los niños, niñas y adolescentes son la población de mayor vulnerabilidad social y se ven expuestos a la pobreza estructural. Lo anterior nos debe preocupar desde el punto de vista de sus derechos, de provocar los cambios que hagan efectivas las garantías de esos derechos. Debemos promover y proteger los derechos de niños, niñas y adolescentes, para darles las herramientas que les permitan su pleno desarrollo y los alejen de la delincuencia y las drogas, que no sean afectados por ningún tipo de violencia, pues es esa violencia y falta de garantía de sus derechos los pueden llevar a afectar sus trayectorias de vida en sentido negativo.
La alcaldesa sostiene que en Peñalolén cuentan con programas de prevención de riesgos de vulneraciones, como la exclusión escolar, la violencia en todas sus formas. Agrega: “Contamos con un plan de crianza positiva que otorga diversas herramientas para fomentar el buen trato y programas comunitarios para potenciar factores protectores dentro de los barrios”.
LA ALERTA DE LA UNESCO
Recientemente, el Ministerio de Educación señaló que en Chile hay 186.723 niños, niñas y jóvenes de 5 a 21 años que se encuentran excluidos del sistema educativo, a pesar de que en el año 2003 se promulgó la Ley N°19.876 que establece constitucionalmente los 12 años de escolaridad obligatoria y gratuita. Y luego el ministro de Educación estimó que la pandemia que ha obligado a implementar clases online todo este primer semestre del 2020 y quizás durante el año completo, podría incrementar ese número en más de 87 mil niños y jóvenes, aumentando la vulnerabilidad y exclusión social de quienes no pueden completar sus estudios.
Carolina Leitao afirma que en Peñalolén cuentan con estrategias locales para prevenir el abandono escolar y programas para la reinserción educativa. “Toda esta experiencia la hemos puesto a disposición de los organismos de nivel central para que se transformen en políticas públicas”.
Señala, por ejemplo, la experiencia de la escuela Alicura que lleva varios años promoviendo la reinserción de niños, niñas y jóvenes con alto desfase escolar. “Ha sido especialmente gratificante en estos últimos años ver los avances en materia de permanencia y continuidad escolar; de finalización exitosa de sus trayectorias escolares y, más recientemente, la continuidad de estas trayectorias hacia la educación superior. Experiencias de este tipo nunca dejan de ser desafiantes, pues cada estudiante debe reconstruir su propia trayectoria educativa, aun cuando los factores de riesgo que lo rodean sigan vigentes. Pero, son esos mismos jóvenes lo que nos muestran que es posible”.
-¿Cree que la desescolarización a causa de la pandemia aumentará la exclusión escolar?
-“Esperamos que se pueda retomar el espacio educativo como factor protector del bienestar de nuestros niños, niñas y adolescentes, que puedan volver a hacer efectivo su derecho a una educación de calidad y que este difícil momento nos haga poner en valor ese espacio, así como la labor docente y lo que la escuela significa en la vida de niños y niñas, así como de las familias, como una extensión de la vida en comunidad donde no sólo se produce lo académico sino también la vida en sociedad, los apoyos a la crianza positiva, el fomento de la resolución pacífica de conflictos y la amistad”.
-¿Cuál es su principal preocupación en relación a la educación en estos duros tiempos de pandemia que enfrentamos como país?
-Hay una preocupación que es del presente y que principalmente se relaciona con la necesidad de bienestar de todos quienes participan del proceso educativo, estudiantes, docentes, asistentes de la educación. Hoy debemos cuidar especialmente los factores socioemocionales y aquellos relacionados con la salud mental de todos los actores educativos; de este modo podemos avanzar en aprendizajes, sino se hace muy complejo tener éxito. Mi preocupación de futuro respecto a la educación es que el abandono escolar aumente y se vuelva una realidad para un gran número de niños y jóvenes. Casi desde el inicio de la pandemia, UNESCO viene alertando respeto del riesgo que miles de estudiantes puedan abandonar el sistema escolar y lo que estamos viviendo hoy nos muestra que esta es una amenaza muy real para nuestros estudiantes y sus familias.
Asegura que muchos de sus estudiantes tienen fragilidad educativa; es decir, están expuestos a factores de riesgo en sus vidas que aumentan la probabilidad de que abandonen la escuela. “Por ello, buscamos reforzar los factores protectores, pero la escuela en sí misma es un factor protector y ahora no está disponible”.
Destaca eso sí que en estos años de aprendizaje vieron la importancia de las redes y de generar vínculos organizacionales potentes. “Así, hemos podido diseñar estrategias más efectivas sobre cómo detener el abandono escolar. Nuestro equipo de educación es parte de la ´mesa de trayectorias educativas´, que reúne a diversas organizaciones y fundaciones que trabajan en reinserción educativa, pero además hemos desplegado varios dispositivos comunales para apoyar la continuidad de las trayectorias educativas de todos. Ese es el caso del Programa SAT de alerta temprana; del Centro SUYAI que acompaña con especialistas multidisciplinarios las necesidades educativas de los estudiantes; de los Programas de reinserción Reunión de Hermanos y PDE-Kimun, y de la escuela de segunda oportunidad Alicura, que repara trayectorias educativas interrumpidas”.
A su juicio, es fundamental que exista a nivel país una política pública fuerte que asegure las trayectorias educativas de niños y jóvnes; pero que también se haga cargo de las trayectorias educativas interrumpidas. “En esto hay mucha tarea por realizar”.
Respecto a cifras de exclusión escolar en su comuna, cuenta que hubo una experiencia a nivel regional hace unos años, que les permitió manejar datos comunales respecto al número de estudiantes que abandonan la escuela. “En ese momento, llegamos a tener listados con cerca de 700 estudiantes. Lamentablemente, ese proceso no continuó. Esto muestra la necesidad de abordar intersectorialmente este tema, en una escala mayor a la comunal. Se necesita más articulación de los ministerios de educación y desarrollo social para, entre otras cosas, mejorar la información sobre cuántos son y quiénes son aquellos que abandonan el sistema escolar”.