Señor Director:
En medio del ideológico fragor de la Ley Aula Segura, nuestras escuelas de reingreso Súmate, en las que trabajamos por reinsertar en el sistema escolar a los niños y jóvenes más vulnerables de Chile, han sido citadas como parte de la solución desde dos puntos de vista: como alternativa para los alumnos expulsados por actos de violencia, y como alternativa preventiva para jóvenes con “malos comportamientos”.
Si bien reinsertamos y prevenimos exitosamente, no somos la solución de un debate que no se ha hecho cargo de lo fundamental: entender qué está sucediendo en menos de una decena de liceos de Santiago, llamados “emblemáticos”, y que hace hasta unos pocos años eran “el sueño del pibe” de una educación de calidad para quienes no podían aspirar a un colegio particular pagado.
Sin ese diagnóstico bien hecho, proponer medidas reactivas, centradas en el castigo, la expulsión y más autoritarismo, solo sirve para echarle más leña al fuego. Es clave profundizar en qué genera los problemas de convivencia en nuestras comunidades educativas, con manifestaciones de violencia extrema, francamente delictuales en muchos casos.
Otra observación práctica es que nadie parece haber pensado en que si se van a sumar expulsados a la masa de jóvenes excluidos, que deben ser ubicados en escuelas de segunda oportunidad, urge fortalecer políticas de reingreso, las que hoy son mínimas.
Desde la experiencia de Súmate, un espacio educativo acogedor, sano, estimulante, es el que contiene emocionalmente a los jóvenes, los desafía en aprendizaje, los incentiva a ser mejores. Un aula segura es la que genera vínculos sanos, con estructura y normativas nítidas, donde los alumnos se sienten queridos, respetados y reconocidos. Nosotros trabajamos con adolescentes de alta vulnerabilidad, criados en ambientes donde la violencia es parte del cotidiano, pero usando el cariño, el respeto y el reconocimiento logramos que recuperen sus derechos y aprendan a convivir en armonía.
Tiene razón la ministra Cubillos cuando afirma que debemos velar por los que aspiran a contar cada día con espacios seguros y atractivos de aprendizaje. Eso, sin duda, es lo que esperan todos los jóvenes, pero no puede ser a costa de excluir a quienes no pudimos contener y cuidar a tiempo. Eso no es seguro para nadie.
Liliana Cortés
Directora de Fundación Súmate
Fuente: El Mercurio