La sala es blanca, adornada con guirnaldas viejas y hojas color otoño recogidas en el mismo jardín. Adentro, el sacerdote jesuita Pablo Walker, hiperactivo como siempre, saluda y ofrece a la velocidad de la luz uno de los cientos de tapaditos que los voluntarios del albergue prepararon para esta, su última misa en el albergue de hombres del Hogar de Cristo.
En pocos días más, el capellán del Hogar de Cristo desde el año 2011, iniciará una gira de despedida que lo llevará a cada una de las dependencias que el Hogar tiene por todo Chile. “Es un gesto de agradecimiento para todos los funcionarios que se sacan la cresta día a día”, explica. Pero no estará solo; su sucesor, José Yurazseck –hijo mayor del empresario y viejo amigo de Walker- lo acompañará en la misión.
Uno de los sellos de su gestión, dice, ha sido el culminar el proceso de transparencia iniciado por sus predecesores, “para así saber a dónde llega cada luca que entra al Hogar”. Además, y especialmente en sus últimas entrevistas, el capellán se ha preocupado de poner el foco en los efectos de la desigualdad y la marginalización existente en las poblaciones afectadas por el narco.
“Este Chile que tenemos es desigual, es esquizofrénico y segmentado. Está lleno de segregaciones que nos empujan a la violencia y de injusticias que empujan al delito”, reflexiona, en una de las primeras pausas que le deja su ajetreada despedida.
Durante esta conversación, Walker volverá con fuerza a las preguntas que lo rondarán, incluso tras dejar su puesto.
— ¿Vamos a poder seguir viviendo juntos?
El narco y el ego
Has pasado casi ocho años al mando del Hogar de Cristo ¿sientes que dejas un país distinto?
Sí. ¿Viste? Te salió fácil la pregunta.
¿Mejor o peor?
Emmm, no. Me niego a compararlo con el país que fuimos. Sería pereza mental. Este es el mejor Chile, porque es el que tenemos. Y tenemos un historial de dignidad país que nos inspira a estar a la altura de los desafíos que tenemos hacia adelante. Por ejemplo, ¿vamos a enfrentar la narcocultura con algo distinto de la represión? ¿Va a haber algo mejor que droga para los cabros que empujamos a las poblaciones?
Cuando tenía 17 años, un joven Pablo Walker pasó una semana trabajando en una fábrica cercana a la población Los Nogales. Fue ahí donde, dice, adquirió la rabia por la desigualdad, la que luego transformó en vocación para transformarse en jesuita.
— Un profesor del San Ignacio me dijo que no era necesario ser comunista para luchar contra la justicia. También podía ser cura—, dice hoy bromeando.
En aquellos días, conoció a Tránsito, un hombre residente de Los Nogales a quien volvió a visitar hace un par de años. “Ellos siguen viviendo con el mismo bordado del Sagrado Corazón desteñido de los años 80′, la misma mesa de centro, los mismos manteles de plástico. Casi todas las casas de alrededor tienen cerámica Cordillera muro a muro, y una antena parabólica. En muchas venden droga. El costo por no vender tu alma hoy en Chile lo están pagando muy caro los más pobres”, afirma.
Por no venderla al narcotráfico…
¡Sí! El ser tratados como los reyes de los huevones en todos lados. Muchos dicen, “prefiero ser narco a ser gil”. Prefiero vivir un año como rey a 30 años como buey. Y no es justo forzar a las personas al heroísmo por sostener el valor del esfuerzo honesto. ¿Cómo le decimos a ese papá que sostuvo a su familia por años con trabajo honesto “usted tiene razones para sentirse orgulloso”?
¿Existe una respuesta para este problema?
Sí, y pienso que tiene que ver con los salarios, con las condiciones laborales, la inclusión urbana y los equipamientos de nuestras poblaciones. Con la capacidad de tener contacto más allá de tu población. El otro día, a un amigo que hace de loro en Pudahuel, y que por fin se había decidido a dejar la droga, llegó hasta el Hogar de Cristo, y me dijo: “hace 12 años que no salía de la población”.
La población como una isla…
Exacto. Y aquí en el Hogar, pensamos en la pobreza como vulneración de derechos y que nuestro trabajo es, apenas, una reparación de derechos esenciales.
¿Cómo una reparación?
Nosotros no le estamos dando a los pobres nada que no les pertenezca de justicia. Y apenas. Recién estamos haciendo la pega de la justicia. Cuando terminemos la pega de devolverle a los más golpeados, humillados de Chile, lo que les pertenece, ahí recién vamos a empezar a hablar de caridad.
El paternalismo y La meritocracia
Una de las cosas que Walker reconoce sobre el trabajo articulado entre Estado, empresas y organizaciones civiles, es que en muchos casos se debía luchar con la visión “paternalista” del trabajo en el Hogar.
—La idea es que nadie tercerizara en el HDC su relación con el excluido—, explica.
¿Existía una especie de lavado de conciencia en algunos donantes?
Sí. Pasamos años diciéndole a la gente “amigo, no le dé plata al HDC para que administre una persona que usted considera un cacho en su plaza. Con todo el cariño, le vamos a devolver su plata y lo vamos a ayudar a que aprenda a convivir con él. Usted se lo debe a sí mismo y también a él”.
En el Chile de hoy se habla de la meritocracia y del emprendimiento ¿por qué has sido crítico de la retórica respecto a estos conceptos?
La meritocracia es imprescindible para activar el sentido del esfuerzo honesto, como una barrera a la corrupción y para evitar el nepotismo, por ejemplo ¿Ok? Dicho eso, esa palabra esconde una especie de señuelo, que es instalar la convicción de que tú no le debes nada a nadie. Eso viene del self made man, el modelo gringo, que es de una miopía mayúscula, porque olvida que el material con el que trabajas tus talentos también son herencia. Por tanto, ¿con qué derecho me exhibo o me desentiendo del resto?
Uno siente que ese discurso tiene su origen en las campañas presidenciales del 2010. Esta idea de que personas, sólo con su trabajo, pueden llegar a ser multimillonarios o políticos exitosos
Es que ese es otro señuelo más, pero que esconde una verdad. En efecto, es de justicia activar todo el potencial del ser humano. Pero incluso esa lectura es insuficiente para un diagnóstico de sobre dónde te vienen esas fortalezas que puedes multiplicar, que son un don. Y que por lo mismo, tienen una hipoteca social.
Ahora, cuando un elemento se transforma en ideología, tu tenís la retórica del que usa eso para no comprometerse con la restitución de derechos y tenís la otra, que utiliza eso para esperar todo del Estado.
¿Esos son dos discursos que conviven en el quintil más bajo?
Sí, por supuesto. Tú, en el quintil más bajo escuchas los relatos de la extrema riqueza y de la extrema pobreza, presentes, transitando. Absolutamente.
Me imagino que sí hubo empresarios que se ajustaban a la “caricatura” de donación paternalista.
Lo que pasa es que hay un lastre de muchos años. El paternalismo es funcional al status quo. Que a mí me “padreen”, es decir, que me traten de padre pa’ arriba y pa’ abajo, o que me digan que lo que hago es muy admirable, que ellos no podrían hacer lo mismo, es un caza bobos. Una ratonera, un señuelo. Si uno anda distraído o un poquito sediento de autoestima, puede tragarse ese anzuelo.
¿Has sentido sed de autoestima?
Yo ya estoy jodido. No es que no me tiente; soy lo más narciso que hay. Pero a esta altura del partido, después de lo que he escuchado y lo que he visto, sería un poco patético creer lo que me dice la voz narcisa de mi oreja.
El regalo incómodo
Te quería preguntar por el paso de Francisco ¿tú lograste conversar con él?
No, conversar con él no. Estuve con él. Yo creo que el paso de Francisco puso en evidencia el momento que vivimos como país y como Iglesia. Entonces fue un regalo difícil, pero yo creo que no es una ingenuidad decir que es un regalo cuando se pone al descubierto la verdad de lo que somos como Iglesia.
¿Un regalo difícil?
Es que en un sentido fue propicio, fecundo, tuvo momentos luminosos. Pero cuando él le dijo a aquella periodista que las denuncias de las víctimas de Karadima sobre Barros eran “calumnias”, me fui para adentro. Yo tenía varias entrevistas que dar y no pude hablar más, si hablaba iba a cachar que estaba mintiendo… quedé muy muy afectado.
¿Cancelaste las entrevistas que tenías pactadas?
Es que interiormente me desmoroné. Necesité un tiempo de decir “por favor, no puedo ir a mentir, necesito días para decantar qué nos pasó, qué se puede defender y qué no se puede defender”. Entré en un momento de oración.
¿Qué pediste?
Decía “Señor, vuélveme a conectar con el ser Iglesia, con este Papa real que tenemos. Señor mándanos una respuesta”. Y ahí vino lo que pasó después con Scicluna, que me parece que es un paso importante y firme.
Te volvió el alma al cuerpo
Me volvió la esperanza, pero también con precaución, porque al ver a Juan Carlos Cruz emocionado, ver las víctimas diciendo “por primera vez nos escuchan”, me saltó como una reverencia, un respeto y un poder muy grande, diciendo “esta vez sí que no los podemos defraudar”. O sea, no tenemos más cuenta corriente para seguir girando con peticiones de perdón.
¿Cómo está esa cuenta corriente? La opinión pública podría decir que está negativa a esta altura
Mira, yo creo que vamos a caminar mientras vayamos a la verdad. No es fácil, a mí también me cuesta. En este momento no dan para más las lecturas piadosas de lo que hemos visto, necesitamos decir esto es un abuso, es un crimen. Llamar las cosas por su nombre.
Tú nombraste la palabra delito, no sé si tú sabes que en Chile los delitos sexuales contra menores tiene un tiempo de prescripción más o menos rápido
Yo estoy a favor de la imprescriptibilidad de la legislación civil de las conductas de abuso sexual infantil.
¿Ves un nexo entre estos hechos de abuso y la baja en la vocación por unirse a la Iglesia?
Han bajado las vocaciones y en la Compañía de Jesús también. Una de las cosas buenas que nos ha pasado, como jesuitas, es que fuimos bajados del pedestal, entonces no hablamos con un estándar moral superior. Los que siguen pontificando sobre el resto actúan de forma patética, porque tenemos la misma situación.
¿Entonces…?
Hay que entender cómo ha cambiado Chile, sintonizar con esa alma de Chile, conectar particularmente con las personas que han sufrido vulneraciones a sus derechos humanos, algunas de ellas, por nuestra culpa.
Hace poco usaste la expresión “monarquía” para referirte a la Iglesia chilena
Y no sólo chilena, ¡mundial! Si no hay separación de poderes, si no hay rendición de cuentas, si no hay alternancia en el poder, si no hay presencia de la mujer en cargos de gobierno, en cargos de tomas de decisiones, si no hay presencia de laicos bautizados, si no hay un diálogo más cotidiano con la sociedad civil, obviamente están dados todos los elementos para la corrupción que se puede dar en otras instituciones.
Ahora, hay buenas noticias: Francisco acaba de nombrar a tres mujeres como consultoras de la Sagrada Congregación de la Fe, que es el organismo que define en qué creemos los cristianos.
Alguien podría decir que es un poco tarde igual…
Los cristianos creemos que nunca es tarde para la dignidad. Es tarde porque nos demoramos veinte siglos, sí obvio, tardísimo, pero prefiero a un compadre que en el último minuto de su vida te mire a los ojos y te diga “yo cometí un error y pido perdón”, al que por orgullo se muere sin hacerlo.
Se está replanteando esta relación de poder, muchas veces asimétrica entre sacerdotes y las mujeres de la Iglesia
Creo que está emergiendo una punta de un iceberg. Alguien lo puede sumergir con alguna lectura piadosa, decir que es complicado, que no es necesario, que cada plantita en su macetero, pero me parece que, lo que en teología se llama “los signos de los tiempos”, el redescubrimiento de lo que la mujer está llamada a hacer en la sociedad, está golpeando las puertas de la Iglesia y está diciendo “ustedes por fidelidad a Jesús, le deben a la mujer otro rol en la iglesia”.
¿Cuál es el rol?
En el futuro deberían haber mujeres sacerdotas, no tengo ningún rollo, por lo mismo todas las formas de sacerdocio ya existen, no sé si lo voy alcanzar a ver, ojalá que sí. Eso no se resuelve sólo con eso, pero es un reconocimiento de que no hay un cristianismo posible en ningún continente sin el rol de una mujer. Ellas han sido siempre las más importantes apóstoles de la Iglesia.
Cuando uno dice que la mujer ha tenido un rol importante en la Iglesia, alguien podría afirmar que sí, pero ese rol importante es secundario o terciario
Lo que tú acabas de decir confirma lo que te dije, por lo mismo le debemos a la mujer un lugar distinto en la Iglesia, porque ellas han sido las catequizadoras de América Latina y han sido las transmisoras de la fe.
Chile discutió sobre la despenalización del aborto en tres causales, pero voces dentro de la Iglesia dicen que la mujer no tendría derecho de decidir de la vida del que está por nacer. Para ti ¿dónde termina el derecho de uno y dónde empieza el derecho del otro? ¿Cómo afecta a una mujer hacerse cargo de un embarazado que ella no desea?
Me ha tocado acompañar a mujeres que han optado por llevar a término embarazos con sus guaguas declaradas médicamente inviables para, según sus palabras, “no tener una pérdida, sino un hijo”. Es mucho trabajo psíquico, espiritual, emocional y requiere muchísima ayuda. Es en muchos casos un acto heroico.
Ahora, en la buena tradición de la Iglesia siempre se respetó la decisión de la mujer cuando su vida estaba en riesgo. Entonces, lo que me compete como sacerdote, es el honrar a la mujer con las mayores ayudas posibles para que ella pueda llevar adelante su maternidad si lo desea. Y acogerla con igual y respeto si ella decidió lo contrario, allegándose al derecho que le da la ley. Creo eso es lo que nos pide Jesucristo.
Hay que hacer todo lo posible para que nos conectemos con las vidas más vulnerables, con las mujeres que sufren el embarazo, pero también con la vida que late en ese vientre. Todo lo que hagamos para que nuestro país se haga más conectado y menos esquizofrénico va a hacer más digno a este país.
Fuente: The Clinic